30 aniversario del DECS

Y TREINTA AÑOS NO ES … CASI NADA

Enrique E. Sánchez Ruiz

A los años ochenta se les suele llamar la “década perdida”, pues en particular en América Latina padecimos fuertes crisis del capitalismo (de endeudamiento, baja de producción, alta inflación y en general, el empobrecimiento de la población). En México entramos a la crisis económica de la mano de las políticas llamadas “neoliberales”, que se promovieron desde la presidencia de Miguel de la Madrid. Los mexicanos que estudiaban en el extranjero por esos años, a partir de 1982 sentían los ingresos por la beca de Conacyt disminuir inexorablemente, por la acelerada devaluación del peso en un vertiginoso “deslizamiento”. Algunos, afortunadamente, alcanzamos a terminar el posgrado, para regresar a ubicarnos ocupacionalmente y “retribuir al país” por la beca-préstamo que se nos había otorgado.

En clase

Clase de la Maestría en Comunicación

Mediando el decenio, a pesar de una situación difícil en el país y en nuestro estado, en el ambiente académico local—que en gran medida gira alrededor de la Universidad de Guadalajara—se vivía una cierta ebullición. En 1979, en la Universidad de Guadalajara se creó el Departamento de Intercambio Académico, y se nombró su director al Lic. Raúl Padilla, quien en 1983 lo transformó en el “famoso” DICSA (Departamento de Investigación Científica y Superación Académica). Desde éste, se dio un nuevo impulso precisamente a la investigación científica, por consecuencia, a la superación académica, y complementariamente a la difusión cultural. 1 En alguna medida, la llamada “década perdida” pudiera considerarse en la Universidad de Guadalajara una “década de la búsqueda y el encuentro” en suma, un decenio del cambio. El Lic. Padilla promovió desde el DICSA la apertura de varios centros de investigación, no solamente de ciencias sociales, aunque éstos fueron los que más surgieron. La estrategia consistió en una serie de cambios de costumbres académicas y administrativas: la de realizar investigación en primer lugar y contratar investigadores no obligados a atiborrar su tiempo laboral con la docencia; así como la de que, para abrir y/o dirigir una nueva dependencia universitaria,  ya no fuera imperioso ser egresado de la propia universidad. Un cambio profundo comenzó a operarse en una Casa de Estudios, cuya estructura académica se basaba en la enseñanza profesional y con muy escasa tradición científica. Pero resultó que en complemento y como contexto a las acciones que se realizaban en el DICSA, el gobierno federal también cambiaba sus patrones de apoyo a la educación superior: de los “grandes números” (universidad masiva), a indicadores de calidad, de superación y excelencia académicas. Había también políticas, si bien tímidas, para fomentar un proceso de descentralización en el país, la educación superior y la investigación científica incluídas. Comenta María Luisa Chavoya (2002): “De 15 investigadores existentes en 1983, pasaron a ser cerca de 500 en 1994. En este lapso se formaron 27 dependencias de investigación, lo que supone un crecimiento del orden del 249%.”2 Afortunadamente, entonces, algunos de los académicos que regresábamos del exterior con un posgrado, no nos tuvimos que desplazar a la ciudad de México para encontrar trabajo.

En 1984, comenzó a funcionar El Colegio de Jalisco, donde a quien esto escribe le tocó ser miembro fundador e ingresar al entonces naciente Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Con diferencia de unos meses, Pablo Arredondo hizo el mismo trayecto: El Colegio de Jalisco y luego la Universidad de Guadalajara, donde entró en contacto con el Lic. Raúl Padilla, quien le pidió que le presentara un proyecto para que la Universidad incidiera en el campo de la comunicación social, particularmente en el periodismo. Me invitaron a participar y le propusimos al director del DICSA la realización de un diagnóstico. Se nos asignó algún personal de apoyo (asistentes y secretaria) y un apretado espacio en el séptimo piso del edificio de Juárez, donde nos pusimos a trabajar. Las asistentes fueron María Elena Hernández Ramírez, Teresa de Jesús Tovar Peña, María Luisa Chavoya Peña (q.e.p.d.) y Esthela Martínez Castro. Roberto Castelán Rueda se involucró también, dando seguimiento al proyecto; y Angélica González Padilla nos dio apoyo secretarial. Finalmente, en agosto de 1985 entregamos un documento de más de 200 páginas, titulado: “La Universidad de Guadalajara y la Comunicación Social”. Se encontró que la Universidad si tenía ya gran presencia en los medios, pues muchos egresados y académicos colaboraban en la prensa, radio o televisión, y que para ese momento, las escuelas existentes de ciencias de la comunicación tenían prácticamente saturado el mercado local de trabajo, especialmente en la vertiente periodística. Se concluyó que habría que analizar en qué nicho del campo sería más pertinente preparar eventualmente comunicadores. Pero algo muy importante era que una nueva licenciatura en el área de comunicación necesitaría muchos recursos (laboratorios, estudios, etc.), incluyendo los humanos, que no estaban fácilmente disponibles al momento.  En el país, en aquella coyuntura, era muy poca la investigación en comunicación que se realizaba en las instituciones de educación superior, así que la propuesta fue la de comenzar “por la vanguardia”, es decir, haciendo lo que el resto de universidades no estaban realizando. La iniciativa fue comenzar produciendo conocimiento y paulatinamente iniciar la docencia, primero en el posgrado para ir preparando una futura planta académica de calidad; y luego, finalmente, la licenciatura. Ya en ese documento de 1985 se planteaba que el enfoque más pertinente para una eventual carrera de comunicación, diferente a las que entonces predominaban, era el de generar estrategas, en lugar de técnicos, con algún grado de especialización, en vez de los “todólogos” que egresaban de prácticamente todas las carreras existentes, en ciencias de la comunicación. Todo esto efectivamente sucedió a través de los siguientes treinta años.

Primeras fiestas decembrinas del CEIC

Primeras fiestas decembrinas del CEIC

El Centro de Estudios de la Información y la Comunicación (CEIC) comenzó a operar desde fines de 1985, pero fue dictaminado hasta el año siguiente por el Consejo General Universitario. Como director fue designado el Mtro. Pablo Arredondo Ramírez, y a Enrique E. Sánchez Ruiz se le asignó el rol de coordinador de investigación. Con la adición primero de Gilberto Fregoso y luego de Francisco Aceves como investigadores, nos embarcamos en una aventura académica muy promisoria, pues contábamos con todo el apoyo de las autoridades universitarias y un espíritu de gran empuje y optimismo. El objeto principal de estudio del CEIC eran los medios de comunicación, y se establecieron tres líneas principales: 1) La relación de los medios con el proceso político y la democracia; 2) Las interacciones de los medios con la cultura; y 3) el punto de vista de la economía política. Posteriormente se diluyó el énfasis mediático ante la diversificación de intereses y el embate de las modas culturalistas. Algunos de los capítulos del documento de diagnóstico y proyecto, se convirtieron en las primeras publicaciones, como parte de una colección que comenzaba en el DICSA, de Cuadernos de Difusión Científica (el Núm. 3 fue Los Medios de Comunicación en Jalisco, de Pablo Arredondo, y el 5, La Enseñanza y la Investigación de la Comunicación en Latinoamérica, en México y en Jalisco, de Enrique Sánchez Ruiz; luego, se publicó el Cuaderno Núm. 7: Réquiem por la Modernización: Perspectivas Cambiantes en Estudios del Desarrollo, de Sánchez Ruiz). Todo esto, apenas en 1986, cuando también se publicó el primer libro en forma del CEIC: Comunicación Social, Poder y Democracia, de Pablo Arredondo y Enrique Sánchez Ruiz. La verdad es que ese fue un inicio espectacular, en términos académicos, pues no se solía publicar tanto en las pocas instituciones en las que se realizaba la escasa investigación de ese tiempo.

Algunos pioneros brindando por los treinta años

Algunos pioneros brindando por los treinta años

Para establecer ligas con el campo académico, tanto a nivel regional como nacional, el CEIC se afilió al Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC), que reunía a algunas de las instituciones más importantes del campo; y los investigadores en lo individual, se incorporaron a la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC), de la cual Sánchez Ruiz al poco tiempo fue nombrado vicepresidente y luego presidente. La Universidad de Guadalajara se constituyó muy pronto en un referente sobresaliente en el campo académico nacional de la comunicación. Posteriormente se establecieron ligas con organizaciones internacionales.

Celebración diez años de Comunicación y Sociedad

Celebración de los diez años de Comunicación y Sociedad

En la línea de la producción editorial, además de las publicaciones antes mencionadas, se instituyó una serie de cuadernos que comenzaron a editarse en 1987, llamados “Comunicación y Sociedad, Cuadernos del CEIC”, de los cuales el primero fue de Francisco Aceves González: La televisión en Guadalajara: Génesis y desarrollo, el segundo de Guillermo Orozco Gómez: Televisión y producción de significados (tres ensayos); y un tercero en el mismo año, de Enrique Sánchez: Centralización, poder y comunicación en México. Transcurrió el año siguiente (1988), sin que se publicara ningún Cuaderno del CEIC, aunque cada investigador hubiese publicado por fuera del Centro. Quien esto escribe había compilado un pequeño libro con aportaciones empíricas al análisis de los medios en Jalisco y se me ocurrió cederlo y sugerir que en lugar del librito se publicara un número doble de los Cuadernos. Así, el 4-5 de “Comunicación y Sociedad, Cuadernos del CEIC”, llevó por título Medios de Difusión en Jalisco. Avances de Investigación, con colaboraciones de Ricardo Amman Escobar, Francisco de Jesús Aceves González, Edgar Rogelio Ramírez Solís, Guillermo Vaidovitz y Alfredo Mendoza Cornejo (así como del compilador). Se publicó en junio de 1989. A partir de entonces, ya todos los números de Comunicación y Sociedad tendrían colaboraciones diversas y a partir del número 7 adoptarían periodicidad. Había nacido la revista académica de comunicación de mayor antigüedad y permanencia en los “padrones” e índices de revistas científicas del Conacyt. La presencia del CEIC fue creciendo en solidez y prestigio académicos, mediante este vehículo de comunicación de la investigación, que fue diversificando paulatinamente el origen de sus colaboraciones (de lo meramente local, a lo nacional, lo latinoamericano y más allá) y la presencia física, en las bibliotecas personales e institucionales. Recuerdo los tiempos heroicos cuando Pablo Arredondo y yo íbamos a los congresos y reuniones, nacionales y latinoamericanas, con maletas cargadas de revistas y publicaciones del CEIC, para repartir a colegas investigadores, invitándolos a colaborar en Comunicación y Sociedad. Por varios años, coordinó la revista Tere Tovar Peña.3 En esos primeros años, se distribuía por correo a suscriptores (lo que resultaba muy oneroso), mientras que hoy en día se accede a nuestra revista principalmente por Internet, en open access. Hoy, con la coordinación de Gaby Gómez desde 2009, está ya indexada en algunos de los índices de mayor prestigio. Como sucede con las publicaciones universitarias en México, Comunicación y Sociedad ha atravesado por épocas problemáticas, pero ha podido sortearlas hasta lograr consolidarse en la actualidad. A principios del decenio de 1990, con la Unidad Editorial de la Universidad el CEIC instituyó también una colección de libros, acompañada de una serie de cuadernos, pero este invaluable recurso fue eventualmente descontinuado.

El CEIC en pleno en el Club de la U. de G. (La Primavera)

El CEIC en pleno en el Club de la U. de G. (La Primavera)

Recién creado el CEIC, se nos invitó a participar con un área terminal en comunicación, en la Maestría en Sociología, que operaba en lo que era la Facultad de Filosofía y Letras. Desde entonces, hemos continuado la liga académica con el programa, que muy pronto cambió su nombre a Maestría en Ciencias Sociales. Luego, nos vinculamos con el Doctorado en Educación que se había reformado y al que se le añadió un área de Comunicación; y cuando nació el Doctorado en Ciencias Sociales, también se le ligó al campo.  Académicos tan destacados y respetados en el área de la comunicación como Raúl Fuentes y Rossana Reguillo se cuentan entre los egresados de la primera generación. Nos articulamos durante algún tiempo con varias licenciaturas (sociología, estudios políticos, letras), pero sólo la relación con Sociología ha sido duradera, donde se operan dos áreas de concentración, una en comunicación que coordina actualmente Lupita Becerra y otra en Estudios Culturales, bajo la coordinación de Clemencia Gutiérrez.

Seminario México-Brasil de Investigación de la Comunicación

Seminario México-Brasil de Investigación de la Comunicación

En el Rectorado del Lic. Raúl Padilla (1989-1995) ocurrió una Reforma Universitaria fundamental para la constitución actual de la Universidad de Guadalajara, al descentralizarse en centros universitarios ubicados en diversas ciudades, polos de desarrollo del estado de Jalisco y en el área metropolitana de Guadalajara. La estructura de escuelas y facultades mudó a departamentos y divisiones, de tal manera que ya en la puesta en marcha de la Reforma en 1994, el CEIC pasó a denominarse Departamento de Estudios de la Comunicación Social (DECS), formando parte de la División de Estudios de la Cultura (DEC), a su vez como componente del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH). El nuevo Rector General, Raúl Padilla, así como el primer Rector del CUCSH, Juan Manuel Durán, continuaron el decidido apoyo a la opción académica de alto nivel en que se constituyó el DECS. En general, en virtud de la presencia y el prestigio académicos que ha logrado el DECS tanto a nivel nacional como internacional, las autoridades de la Universidad de Guadalajara le han brindado los apoyos necesarios, desde hace 30 años. Si bien el Departamento ha podido atraer a algunos académicos destacados, además de que algunos/as de quienes se iniciaron jóvenes en la planta académica, se han desarrollado de manera favorable, ha habido cierta movilidad en la plantilla. De hecho, durante varios de esos treinta años la Secretaría de Educación Pública congeló la apertura de nuevas plazas; y programas del Conacyt como el de “repatriación” no han sido suficientes con respecto a la atracción y principalmente la permanencia de nuevos profesores-investigadores de buen nivel académico. Durante la segunda mitad de los años noventa, el DECS llegó a tener una planta académica que algunos consideraban “de lujo”, lo que se reflejó en el libro que la editorial madrileña Ediciones de la Torre le encargó a Guillermo Orozco (2000),4 en el que cada uno de los investigadores principales describíamos nuestras líneas y proyectos de investigación. Escribimos capítulos en este libro (en orden de aparición en el índice): Raúl Fuentes Navarro, Rossana Reguillo Cruz, Enrique E. Sánchez Ruiz, Francisco Hernández Lomelí, Sarah Corona Berkin, Guillermo Orozco Gómez, Martha Renero, Armando Martín Ibarra López, María Elena Hernández Ramírez, Cecilia Cervantes Barba y Celia del Palacio Montiel. La mitad de los autores éramos miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y con posterioridad se incorporaron prácticamente todos al mismo. Dos de ellos (Orozco y Sánchez) fueron los primeros con nivel 3 en el SNI, del campo de la comunicación mexicano. Desafortunadamente, varios de estos académicos tuvieron que cambiar de aires, aunque se han integrado otros nuevos, entre ellos algunos jóvenes que iniciaban sus carreras. En la actualidad trabajan en el DECS 30 personas en todos los niveles académicos, de los cuales 14 tienen doctorado y pertenecen al SNI.

En clase, Maestría de Comunicación

En clase, Maestría de Comunicación

En 1998 inició la primera generación de la Maestría en Comunicación, programa docente ya propio del Departamento, cuyo proyecto se había aprobado unos años antes. Como era de esperarse, la Maestría muy pronto fue incluída en los padrones “de excelencia” del Conacyt, y en la actualidad ocupa la categoría de “Competente a Nivel Internacional”. La coordinación del programa ha recaído en varios de los académicos del DECS, y las últimas coordinadoras han sido Sarah Corona, Zeyda Rodríguez y Tania Rodríguez. En 2007 comenzó clases la Licenciatura en Comunicación Pública, con el perfil de “estrategas” delineado desde el documento de 1985, la cual ha sido acreditada en 2013 por los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), en Nivel 1, y en 2016 por el Consejo de Acreditación de la Comunicación, A. C. (Conac). María Elena Hernández y Carlos Vidales han coordinado la licenciatura con mucho esfuerzo y optimismo.

Acreditación Licenciatura en Comunicación Pública

Acreditación Licenciatura en Comunicación Pública

El DECS ha aprovechado los tres primeros lustros del nuevo milenio, para consolidar todo lo que se construyó durante la primera mitad de la vida académica del Departamento, cuyo jefe actual es el Dr. Guillemo Orozco. En muchas evaluaciones sobre la investigación de la comunicación, sobre los posgrados de comunicación en México, las revistas y las publicaciones, el DECS ha sido señalado como una de las entidades más productivas y académicamente vanguardistas de México, lo que se corrobora en el balance más reciente (Portillo, coord. 2016).5 Sin embargo, una relativamente mala noticia es la de que se sigue señalando a las mismas personas como los líderes académicos y son muy pocos los jóvenes que comienzan a destacar. En este sentido, una tarea fundamental para el futuro es la de impulsar las carreras de investigadores jóvenes, para que se continúe, en los decenios futuros, la labor académica de gran nivel que ha realizado el DECS en los últimos treinta años.
 

El Centro de Estudios de la Información y la Comunicación (CEIC) tuvo dos directores: Pablo Arredondo Ramírez y Enrique E. Sánchez Ruiz. El Departamento de Estudios de la Comunicación Social (DECS) ha tenido 9 jefes:

  • Gilberto Fregoso Peralta,
  • Cecilia Cervantes Barba,
  • María Elena Hernández Ramírez
  • Francisco Hernández Lomelí
  • Raúl Fuentes Navarro
  • Francisco de Jesús Aceves González
  • Armando Zacarías Castillo
  • Zeyda Rodríguez Morales
  • Guillermo Orozco

 

1. A mediados de los ochenta, también por propuestas desde el DICSA, se iniciaron la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara y la Muestra del Cine Mexicano (que en la actualidad devino en Festival Internacional de Cine de Guadalajara).

 2 Chavoya, María Luisa (2002):  “La institucionalización de la investigación en ciencias sociales en la Universidad de Guadalajara”; Revista de la Educación Superior, Vol. XXXI (1), No. 121, Enero-Marzo de 2002, Pág. 10.

 3 Teresa de Jesús Tovar fue coordinadora de 1987 a 1998, Martha Renero en 1998-1999, Francisco Hernández en 1999; Armando Zacarías de 2000 a 2004; Tania Rodríguez de 2004 a 2008 y Gabriela Gómez de 2009 a la fecha.

4 Orozco, Guillermo (coord..) Lo Viejo y lo Nuevo. Investigar la Comunicación en el Siglo XXI. Madrid: 2000.

5 Portillo, Marisela, coord. (2016) La Investigación de la Comunicación en México. Un Panorama a Través de las Regiones a Inicios del Siglo XXI. México: Tintable/AMIC.